Imagina que empieza a llover. Con los ojos cerrados sientes las gotas de agua resbalando por tu piel y haces una profunda inspiración. ¿A qué huele? A un viaje a la India, a un amor de verano, a unas vacaciones en la playa, a una caminata por la montaña…
Como bien sabes, los aromas activan nuestro cerebro y provocan una conexión inmediata con las emociones (positivas o negativas). El sistema olfativo está conectado con el sistema límbico y la amígdala, áreas del cerebro que se asocian con el desarrollo y el control de los estados emocionales. Por eso a cada uno de nosotros el olor a lluvia nos despierta recuerdos y sensaciones diferentes.
Según los expertos, ese perfume tan característico es el resultado de la combinación de tres aromas:
– El ozono, cuyo olor puede recordar al del cloro. También se relaciona con el olor a limpio.
– La geosmina, sustancia química producida por bacterias del género Streptomyces. Cuando hay sequía liberan sus esporas para poder sobrevivir. Con la llegada de la lluvia se propagan por el aire dando ese inconfundible olor a tierra mojada. Se traduce literalmente como “aroma de la tierra”.
– El petricor, que se libera cuando las gotas de agua golpean rocas, suelos de piedra o edificios. Es entonces cuando se difunden por el aire una serie de aceites procedentes de las plantas, que se han acumulado durante los meses secos.
Nuestros antepasados establecieron una relación muy positiva con el olor de la lluvia ya que anunciaba el fin de la sequía, lo que aumentaba sus posibilidades de supervivencia. Con las tormentas despertaba la naturaleza y el alimento era más abundante.
Incluso ahora, muchas personas advierten el olor de la lluvia antes de que llegue, sobre todo en verano. La explicación la encontramos en el ozono, que puede ser transportado por el viento a grandes distancias, anticipando así la llegada de una tormenta.
Y aunque el olor a lluvia nos puede parecer un tema más inspiracional que otra cosa, no puedo dejar de enumerar las importantes funciones que tiene en el reino animal:
– La geosmina ayuda a los camellos sedientos del desierto a alcanzar el oasis más cercano.
– El petricor disuelto en ríos, lagos y pantanos avisa a los peces de agua dulce de que ha llegado el momento adecuado para poner sus huevos.
¿Y a qué te gustaría que oliera tu piel tras un chaparrón de verano? Puede que a una fragancia de la familia olfativa floral acuática, que evoque la alegría, la espontaneidad y la búsqueda del placer.
Elena del Valle
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Sí, quiero comprar el libro
Me encantó saber de estas aromas como el osono, geosina y Petronor, para desconocidas y tan valoradas para el momento de la lluvia.
Adoro la lluvia Elena.
Gracias por enseñarme algo nuevo para mi.
Un abrazo
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